Al poeta
Pues no ha de vivir el mal
En la carne natural
Pues es placer lo demás
Por no ir contra mi voluntad.
Que es mi voz interior
A quien a nadie atormentó
Los sueños por mi descalzo
Vehemente de latigazos
¿Quien castiga la hermosura?
¿Si son sólo pesadillas?
Por lo contrario me desnudan
Y mi piel otras manos me castigan
Las pieles de sangre llenas
Que por tormento se clausura
Visones que me torturan
Estos versos de hermosura.
Escucha mis palabras Dios
Que no son más superiores
En las almas de los otros
Más la tierra ha de llamarme
Para poder poseer mi carne embarrada.
Ya, de los vicios me despojo
De tales sueños endemoniados
Ya tengo voluntad para ello
Aunque sigan en mis sueños.
Adiós, a estos muros mortuorios
Que no hay un ser más brillante
Ni piedras más duras
Que escribiendo tales pasajes
Con tanto sufrimiento y talante.
Manu
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