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Me quedo con las ganas
No quiero el opaco olvido que llama a mi puerta.
Dame el murmullo blanco que bordea tu obligó.
Que me despierten mil trompetas de querubines azules
Y la magia de lo zulúes
Que viajen las nubes a tu habitación despierta.
Y se alejen las casa tristes y muertas.
No me llames a duelos descompuestos.
Pero reconfortarme con tus muchos besos.
Camina a ese callejón que un día fue pasión..
Donde moriamos de amor los dos.
En una adolescencia que olía a chimenea.
A inteligencia de viejas en los portones.
No me llames sino es para recordar el mañana.
O lo que soñaste ayer de madrugada.
Que hoy me he levantado con las ganas.
Y he sido tan cobarde, que no he recorrido varios metros por no molestarte en tu cama.
No me olvides, ni me recuerdes mañana... aunque te mueras de ganas.
Que no transcienda más allá de los pasos que hubiera dado por irte a buscar.
Que aquí se queda el ardor y las ganas.
De la noche y la mañana...
Así escribía por las noches, con su firma anónima, mientras de día era un simple contable, huraño y aburrido era Guillermo.
Manu
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