La foto sin un rostro
Era un pueblo pequeño, y todos los vecinos estaban al tanto de toda su gente, habladurías, miradas mal intencionadas, cuando mi madre y yo nos cruzábamos por las calles, la plaza y en el colmado.
Tuve la fortuna de viajar a la ciudad, para mis estudios universitarios, con el sacrificio de mi madre y sin un padre, pude sacarme la carrera de económicas.
Recuerdo el día de mi graduación que vino a verme el padre Julian, párroco del pueblo, no entendía que hacía allí haciéndose una foto ese día tal especial para mi.
El día que llego la foto, le arranque la cabeza y me quede sola con mi madre y un señor sin cara en blanco y negro, con sotana, manos en una postura a forma de corazón inacabado.
A la muerte de mi madre, me confesó que ese señor era mi padre, y por eso todo el pueblo sospechaban de la supuesta relación que había, ya que no se había estado con hombre alguno ni del pueblo ni de fuera, ya que yo era la encargada de abrir la iglesia y limpiarla y preparar todo para las ceremonias, y fue el quien me ayudo para pagar tus estudios, si hija mía estábamos enamorados pero era un pecado que he llevado todo este tiempo, por eso antes de morir quería que lo supieras, y en ese momento cerró los ojos para siempre, y se le quedó una sonrisa en sus labios, con la felicidad de haberse quitado un peso de encima, que cargo ella sola toda su vida.
Me quede con una tristeza, por la confesión, ya que de haberlo sabido antes, le hubiera dado las gracias antes de fallecer unos años, ahora entiendo esas miradas, ese despreció, ese vacío que nos hacían en el pueblo,cuanta hipocresía hay en el ser humano, empezando por la iglesia y esta aún dia sociedad que vivimos, golpeando de una y otra vez los pecados que ocultamos.
Manu