viernes, 3 de abril de 2020

Vigésimo cuarto día de encierro



Sabado día 4 de abril 2020

Vigésimo cuarto día de encierro 

Despertando en mis versos...
Que la tierra de la playa nunca se acabe, que el mar no se agote, que se agite sus alas de sal, que el horizonte sea el sueño y la paz, el historial de momentos, un paseo de versos de agua, donde se nada y nada para, en que los sueños todos entren en los juegos infantiles, que los parques sean la esperanza de la niñez, las calles paseos interminables de pasos indecentes, contando los adoquines para que no roben ninguno. 
El cielo de nubes lleno, el sol inmenso calentando mi mente, de estrellas mi cabeza llena, luna llena en mi boca, verde sombra que me acoja, dulce fiesta en mi piel, y otra vez regresar al principio de una vez. 

La vida sigue y saldremos adelante
Suerte a todos y a todas. 

Imagino

Me imagino en un día, solemnemente soleado y caído,  a los pies del olvido.

Secas las cuencas de mis ojos, esos, que te miraban con ternura, y te adoraban cada día. 

De piel imposible y pálida, agrietada por la muerte, adormecida de cantares ciegos a la media luna.

Imaginando sueños, el subconsciente pobre, de familiares y amigos, leyendo textos a muerte, de cuentas atadas a las cadenas, que van repitiendo una y otra vez, sin cansarse de mi yo inerte.

Velorio de cebollas, de ajos negros mi boca llena, cosida toda ella para no gritar mi dolor ni angustia. Solo campanas ciegas de una iglesia en abandono. 

Imagino muerto, ciego y mudo dentro de una caja de pino negro, rezos y miradas a mi cuerpo, tras un cristal brindado para no atravesar de nuevo a la vida, a la conciencia, ni a la poesía. 

Se acabó la caricia de esta vida, los logros que crecieron ilusionados, pálida las carnes, en una fosa de blancas flores, pactando, solo con la muerte, será por lo eterno mi poesia y mi veneno.

De espejos rotos, en mil imágenes inertes.
Daltónico el ahogado, que no distingue del cielo o el infierno, pues los colores no nacieron para sus ojos.

Ya soy un cuerpo muerto, soy la nada que lo fue todo, el cadaver en disfunción, descompuesto en su asombro, ya no hay nada, hasta el alma de mi huyó.

Por un camino de escobas a los lados sembradas voy en busca de mi paz, de un silencio espiritual, que me espera en el final, para no volver más. 

Manu 

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