domingo, 6 de agosto de 2017

Una maldita guerra cualquiera



 Una maldita guerra cualquiera


Los bombardeos se oían a lo lejos, una mujer observa fijamente desde la ventana, un hombre se le acerca por detrás y la abraza, susurrándole al oído unas palabras, esboza una leve sonrisa, mientras el hombre se aparta, y ella sigue frente a la ventana a lo lejos mirando.

Dos niños juegan en la habitación contigua, ella con una muñeca rota, el con unos cartones construyendo lo que parece una casa, pequeños ignorantes que no saben nada, el niño deja los cartones y va hacia su madre, la abraza a la altura de las rodillas, ella acaricia su cabeza mirando hacia abajo.

El, coge a su pequeña en brazos, llama a su mujer con desesperación, salen bajando las escaleras, de repente se oye una explosión, todo es humo y polvo, unos segundos de silencio, y gritos en la calle, sonidos de ambulancias, todos sacando escombros, la guerra sin sentido se ha cobrado cuatro vidas, que yacen bajo las piedras.

Más muerte, más guerra, más humo, más bombas. Otra noticia más en la tv, mientras otras gentes comiendo impasibles frente a la pantalla, más de todo y el locutor narrando lo que ha pasado, en una tierra, en un país lejano, cuatro vidas se han llevado, por culpa, quién sabe que guerra, una mesa cuatro platos enterrados, una muñeca de trapo, un trozo de cartón y cuatro vidas sepultadas son las imágenes de tv a las tres de la tarde.

Nacieron guerra, crecieron humo y ahora túmulos

Manu

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