Siento mis venas de cal viva encendidas
Invadiendo los demonios, en la piel rojiza de mi espalda
Te llamo a través de las huellas de mis sueños de ayer
Que hoy son pesadillas, echa mujer
Ambiguo es el sexo de los soldados del cielo
Que conquistan la noche, mi noche, la noche de cualquiera
Que duerma, que ame, que sufra, subiendo en esa memoria oscura que llevo en mi cerebro, esperando a ser devorada por los Ángeles de la noche.
Odio dormirme, tú y yo sabemos porque lo digo, en tus tinieblas está mi respuesta, como en mi muerte.
Hablo desde esta conciencia que engendre en noches de guerras, batallas en las que aún no he ganado, y me escondo en la trinchera, a esperar que se vaya el enemigo de mi conciencia
Al fin y al cabo es solo un sueño,
Que no deja de atormentar mis anhelos, esos anhelos que tengo con mi infierno, donde soy devorado, de dentro hacia fuera de mi cuerpo, lentamente, pausadamente, como queriendo hacerme renunciar a la memoria, a mí ayer, ese ayer que aún es hoy.
Siento sobre mi, la languidez de un gusano, la lápida fría pillándome las manos, aprisionando el pecho, y no puedo levantar tan pesada losa
Muero, muero en el velo de la noche, sin luz, regando los caminos la negra oscuridad que dejó el amor, en una angustiosa pena, que mató el corazón que regó la cal viva encendida.
A veces juego, a no estar muerto, pero no me encuentro, no me encuentro.
Y no quiero creer, que Dios se ha rendido, ante tanta pena en esta tierra y que solo el demonio, alcanzará sus logros.
Manu
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